La organización juvenil defiende que siempre y cuando las condiciones sanitarias lo permitan, la presencialidad prime durante el desarrollo del próximo curso, ya que esta facilita un mejor aprendizaje y una mejor relación entre el profesorado y el alumnado. Además, representa un factor decisivo en la continuación o no de los estudios por parte de los y las estudiantes.
El curso escolar 2020 – 2021 dará comienzo en unas pocas semanas en todos los niveles educativos de Canarias. A pesar de no haberse iniciado aún, toda la comunidad educativa del archipiélago no deja de preguntarse si los acontecimientos vividos tras la llegada del COVID-19, que provocó una enseñanza a distancia de la noche a la mañana, volverán a repetirse. Esto se debe a que la pandemia dejó al descubierto la existencia de enormes desigualdades y carencias en al acceso a la educación, que se vieron fuertemente incrementadas por la suspensión de la enseñanza presencial. Es por ello que la Consejería de Educación deberá seguir destinando todos los recursos posibles para revertir esta situación. Asimismo, en caso de que se produzca un nuevo confinamiento debido a una segunda ola de contagios, que sepa reaccionar y responder de manera rápida y efectiva a las demandas que se lleven a cabo, para que ningún estudiante se quede atrás.
Si se echa un vistazo atrás, se podría decir sin ninguna duda que el segundo cuatrimestre del curso 2019 – 2020 estuvo marcado por las dudas, la incertidumbre y los numerosos interrogantes sobre la docencia virtual y la posterior evaluación. Sin embargo, gran parte del alumnado también se preocupaba sobre las prácticas externas, los TFG y los TFM, o si podrían hacer frente al último pago de la matrícula. En relación a la docencia, la brecha digital quedó patente porque gran parte del alumnado no pudo seguir correctamente las clases por su conexión a internet; o porque no contaban con un dispositivo que les permitiera seguir el horario de clases, o realizar los múltiples ejercicios que constituían la excesiva carga de trabajo que suplía la enseñanza presencial.
Sobre la evaluación, esta también tuvo que adaptarse a las condiciones extraordinarias del momento, intentando en la mayoría de los casos que el peso en la nota final de las actividades, trabajos y otros instrumentos fuera el adecuado. No obstante, es importante insistir sobre las facilidades o flexibilidades que deberían haber imperado durante el proceso de evaluación del alumnado, que en muchos casos no se consiguieron. Esto se explica porque la metodología era incompatible con el tiempo del examen; o porque la nota no se correspondía con las fuertes exigencias que se demandaban en cuanto a los contenidos evaluables. “Es evidente que esta situación nos cogió a todos por sorpresa, y que el profesorado y el alumnado nos hemos adaptado de la mejor manera posible. Una vez que este curso tan atípico ha finalizado, es vital que las Universidades se centren en analizar todos los problemas, inconvenientes y carencias que han existido, y que han sido comunicados por parte del alumnado, para tratar de solventarlos de cara al próximo curso”, subraya Sergio González, secretario de Educación y Universidades de JSC.
En definitiva, es importante que las experiencias y acontecimientos vividos durante este tiempo sirvan para que el diálogo y el acuerdo entre la Consejería de Educación; las Universidades de La Laguna y Las Palmas de Gran Canaria, los Consejos de Estudiantes y los sindicatos y organizaciones juveniles, sean fuertes, fructíferos y constantes, ya que permitirán satisfacer de manera conjunta todos los retos y desafíos futuros de la educación superior. Además, es esencial que no se deje invertir en esta área, y que se sigan tomando medidas como la llevada a cabo por parte del Gobierno de España de incrementar un 22% el presupuesto de becas para el alumnado que esté cursando estudios universitarios, con los objetivos de garantizar la igualdad de oportunidades y luchar contra la desigualdad.